Organización, huelga y combatividad: acuerdo en el metal en Cantabria

Tras dos jornadas de huelga masiva los días 3 y 5 de junio y ante la amenaza de una huelga indefinida a partir del lunes 9, los más de 22.000 trabajadores y trabajadoras del metal en Cantabria le arrancaron un acuerdo a la patronal Pymetal. Se trata de una victoria obrera que no se habría conseguido sin la unidad en la acción, la organización y la combatividad de una clase obrera decidida a no ceder ni un solo derecho más a la avaricia empresarial.

El conflicto, que se venía gestando por el bloqueo patronal en la negociación del convenio colectivo, estalló con una contundencia que desbordó los cálculos patronales. La respuesta de los trabajadores fue ejemplar: un 90 % de seguimiento en la primera jornada de huelga, piquetes firmes en los principales centros industriales y una demostración de fuerza que recorrió Santander, Torrelavega, Reinosa o Laredo, uniendo centros de trabajo dispersos y realidades laborales diversas en un mismo pulso de dignidad.

Las federaciones de Industria de CCOO, UGT y USO, que impulsaron la convocatoria, señalaron desde el principio que no se trataba sólo de exigir un incremento salarial acorde al encarecimiento  del coste de la vida, sino de mantener y mejorar las condiciones laborales. Frente a las maniobras de Pymetal, que recortaba sus propuestas reunión tras reunión mientras mentía en los medios acusando a los sindicatos de bloquear la negociación, los trabajadores respondieron con fuerza organizada. No estaban dispuestos a repetir los errores del pasado ni a que les arrebataran lo conquistado en décadas de lucha.

Ante la firmeza obrera, la patronal y sus voceros sacaron su verdadero rostro. Enrique Conde, presidente de CEOE-Cepyme Cantabria –que ni siquiera formaba parte de la mesa de negociación– no dudó en calumniar a los huelguistas, tachándolos de «delincuentes» y exigiendo a las instituciones que los metieran en la cárcel. Esta declaración, propia del ordeno y mando franquista, es un ataque directo al derecho de huelga y a la libertad sindical, y revela el profundo desprecio que la clase capitalista siente por quienes crean la riqueza con su trabajo.

Estas palabras no fueron inocuas. Durante las movilizaciones, uno de los huelguistas fue detenido en una actuación represiva que pretendía amedrentar y desmovilizar. Pero los trabajadores no se amedrentaron, sabían que sólo con presión se podía forzar a la patronal a ceder. Y así fue. La huelga indefinida, cuya amenaza pendía sobre los empresarios, fue determinante para alcanzar un preacuerdo que recoge avances y evita retrocesos.

Lo sucedido en Cantabria es una lección de lucha. No hay victoria sin organización. No hay conquista sin huelga. Y no hay dignidad obrera sin enfrentamiento directo con quienes, desde sus despachos, pretenden que la mayoría social trabajadora siga empobreciéndose para engordar los beneficios empresariales.

En un contexto de encarecimiento de la vida, beneficios empresariales y retroceso de derechos, los trabajadores del metal han marcado el camino. Solo con unidad, combatividad y conciencia de clase se puede avanzar. Que nadie lo olvide.

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