Entrevista al Partido Comunista de Turquía (TKP)

Desde Nuevo Rumbo entrevistamos al Partido Comunista de Turquía (TKP), que enfrenta una campaña de represión brutal que ha conllevado detenciones masivas de manifestantes y periodistas, incluyendo a miembros y cuadros del Partido Comunista de Turquía. Protestas que han tenido lugar principalmente por la detención y destitución de alcaldes elegidos en Estambul.

Nuevo Rumbo: En el último mes hemos presenciado múltiples detenciones en Turquía, una persecución política a gran escala por parte del Gobierno de Erdoğan. ¿Cuáles son los motivos que están detrás de ello?

TKP: En Turquía se está viviendo una crisis de gobernabilidad de múltiples dimensiones. Esta crisis tiene aspectos tanto internacionales como regionales. Además, en los últimos tres años, la alta inflación ha incrementado el descontento del pueblo trabajador. El Gobierno cuenta con herramientas limitadas para calmar estas reacciones. Sin embargo, cuando hablamos de crisis de gobernabilidad, nos referimos principalmente a los problemas generados por las tensiones dentro del partido en el poder y las instituciones del Estado. Uno de los factores que alimentan estas tensiones es la influencia de potencias extranjeras como Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Rusia, Israel e Irán, que intervienen en la política turca desde distintas direcciones. Nuestra región se ha convertido en un campo de conflicto sangriento entre estas potencias.

A esto se le suma la existencia de diferentes focos de poder con vínculos con distintos grupos empresariales en los ámbitos político y burocrático. Además, la competencia entre estructuras religiosas se ha intensificado enormemente. En Turquía, casi todas las instituciones están dominadas por una u otra orden religiosa.

Todo el mundo piensa que Erdoğan es muy poderoso, pero no es del todo cierto. Erdoğan trata de gestionar las tensiones entre estas distintas facciones, y ya no lo hace con la eficacia de antes. Su ventaja es que todos los sectores aún reconocen su liderazgo. Esta crisis de gobernabilidad aún no se ha transformado en una crisis del sistema capitalista. Sin embargo, nadie puede prever hacia dónde evolucionará este proceso tan caótico. Una vez más, se ha demostrado hasta qué punto las medidas policiales del Gobierno y el uso arbitrario del poder judicial pueden generar reacciones. Sabemos que el Gobierno del AKP está profundamente incómodo con estas reacciones que también se hacen sentir en las calles.

NR: ¿Qué esperaba el Gobierno del AKP con estas detenciones?

TKP: El AKP, en su intento de superar esta crisis de gobernabilidad, está tratando de intervenir en todo el campo político. Como ocurre en otros países, la sostenibilidad de la dictadura del capital concierne al conjunto de la política burguesa, tanto al Gobierno como a la oposición. Sin embargo, en el último período, el AKP ha comenzado a intervenir cada vez más directamente en los asuntos internos del principal partido de la oposición. La detención del alcalde metropolitano de Estambul, Ekrem İmamoğlu, no solo significa la eliminación del candidato más fuerte a la presidencia, sino también una intervención directa en los equilibrios internos del CHP.

Se sabe que, durante esta operación, diferentes facciones dentro del CHP han estado en contacto con distintas facciones dentro del propio AKP. Más aún, está muy extendida la creencia de que la eventual candidatura del actual presidente del CHP, Özgür Özel, como rival de Erdoğan en las próximas elecciones forma parte de un «proyecto de Estado».

En estas condiciones, a nadie le importa el aspecto jurídico de las detenciones. El Partido Comunista de Turquía (TKP) ha declarado en repetidas ocasiones que no avalará a ningún político burgués. Todos sabemos muy bien qué tipo de sistema de beneficios y especulación rige hoy en los ayuntamientos en Turquía. Sin embargo, no podemos tomar en serio la retórica del actual Gobierno sobre la lucha contra la corrupción, cuando en cada oportunidad demuestra que las elecciones no tienen ningún valor, y que los diputados pueden ser encarcelados y que los alcaldes pueden ser destituidos arbitrariamente

NR: Recientemente habéis publicado una declaración indicando que «no nos arrodillaremos ante el Gobierno», llamando entre otras cosas a fortalecer la lucha que resumís con la frase «responsabilidad dual». ¿Qué es esa responsabilidad dual y cómo ayuda a cuestionar la supremacía del capital?

TKP: Desde el Gobierno y los medios oficialistas no dejan de lanzar amenazas al pueblo: «No salgáis a la calle, o ateneos a las consecuencias». Recientemente, además, han empezado a insinuar que «a este Gobierno no se lo puede cambiar por medio de elecciones». Y luego apareció alguien que, sin contenerse, llegó a decir: «Os arrodillaréis».

Nuestra consigna más duradera siempre ha sido BOYUN EĞME, que significa «No te doblegues». No lo hicimos entonces y no lo haremos ahora. Hemos llevado a cabo acciones con esta consigna. Durante esas acciones, declaramos que lucharíamos contra el ataque del AKP al derecho de elegir y ser elegido, que en este sentido nos encontraríamos en las calles junto a diversos sectores, incluso con personas bajo la influencia de la política del sistema. Pero al mismo tiempo, dijimos también que intensificaríamos la lucha contra el orden capitalista para dotar a esas reacciones de un contenido ideológico y una base de clase.

Las reacciones contra el Gobierno durante este año tuvieron un tono mayoritariamente republicano y, adicionalmente, nacionalista. El TKP no le teme a esto. Nosotros somos parte de esa acumulación republicana en este país. Pero esa herencia no puede mantenerse en el aire: trabajamos por dotarla de un contenido de clase. Un republicanismo que no se sitúe contra la clase capitalista está destinado a agotarse. Esto es lo que tratamos de explicar.
Aquí aparece una doble tarea: participar en una lucha que aún no está determinada por las contradicciones de clase y que se desarrolla dentro de los límites del sistema, pero al mismo tiempo asumir en ella una posición de clase, política e ideológica clara, y aumentar la influencia del partido. Creemos que lo estamos logrando.

NR: ¿Qué predicciones hacéis para el futuro inmediato para Turquía?

TKP: El capitalismo turco no podrá soportar esta crisis de gobernabilidad por mucho tiempo. Por eso, están obligados a intentar reconducir el proceso hacia algún punto. Los grandes capitales y ciertos sectores del Estado buscan un acuerdo histórico –o, como se dice en Turquía, una «normalización»– que incluya a una parte amplia del espectro político. En este contexto deben interpretarse tanto las conversaciones reanudadas con el movimiento nacionalista kurdo como el llamamiento del líder del PKK, Abdullah Öcalan, para deponer las armas y disolver la organización: son hechos significativos tanto para las ambiciones regionales del capitalismo turco como para ese posible acuerdo histórico.

También se están manteniendo conversaciones encubiertas entre el AKP y el CHP. Tras haber neutralizado a la «oposición» con tanta dureza, el AKP podría dar ahora un paso «democrático» y formalizarlo con una nueva Constitución. Esto es lo que están intentando. Por supuesto, para que ese plan tenga éxito, la mayoría de los países que mencionamos antes no deben oponerse al proceso. En este sentido, el acercamiento entre Turquía e Israel destaca como un factor clave. Si se concreta, podríamos pensar que EE. UU., Rusia y algunos países europeos apoyarían una situación política en la que los poderes de Erdoğan se reduzcan, pero en la que se mantenga intacta la esencia del régimen del AKP. Sin embargo, también está claro que existen, tanto dentro como fuera del país, fuerzas que no desean ese «acuerdo histórico». Y esas fuerzas podrían arrastrar a Turquía hacia un nuevo escenario de caos.

Nuestra postura, sin embargo, es clara. Nos oponemos a una nueva Constitución, independientemente de su contenido. La «normalización» de este régimen solo puede significar una estructura política en la que se abran paso el neo-otomanismo y una mayor sumisión a los intereses del islamismo y de los grandes monopolios transnacionales. Por ello, combatiremos tanto a las fuerzas oscuras que intenten avivar las fracturas étnicas y religiosas del país como a la «paz del capital», que excluiría al pueblo trabajador del proceso.

El rumbo que tomará todo esto aún es incierto. Lo único que sabemos es que en Turquía existe una oportunidad para un movimiento revolucionario que tenga como horizonte el socialismo. Y para aprovechar esa oportunidad se necesita un partido comunista valiente, alejado de esquemas prefabricados, pero firme en sus principios, que entienda bien las dinámicas sociales e ideológicas del país y que disponga de las herramientas necesarias para intervenir en ellas. Podemos decir que somos ese partido o que avanzamos con paso firme en la construcción de uno así.

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