La clase obrera se levanta en Cádiz: el metal vuelve a encender la chispa de la lucha

En un momento histórico en que la crisis capitalista golpea con dureza a la clase trabajadora, la huelga del sector del metal en Cádiz emerge como un acto de resistencia imprescindible y un grito de dignidad colectiva. La huelga de 2021 permanece como un faro que ilumina el camino de la lucha obrera, especialmente por el cumplimiento íntegro del convenio colectivo.

Este año, la huelga indefinida convocada por los sindicatos mayoritarios (CCOO y UGT) para el 23 de junio –precedida por paros los días 18 y 19– ha sacudido la provincia y ha hecho que se agiten fantasmas de 2021, cuando la lucha del metal paralizó Cádiz y puso contra las cuerdas a la patronal. Hoy, el contexto no es menos grave: más de tres años de convenio caducado, pérdida de derechos, doble escala salarial, contratos fijos discontinuos y la marginación sistemática de la industria auxiliar.

Pero, más allá de los tecnicismos contractuales, lo que está encima de la mesa es una disputa de intereses entre el capital y el trabajo. Es la expresión viva de una estructura económica que expulsa a los trabajadores de los beneficios que generan. Mientras los directivos se aumentan el salario y el capital público se derrama sobre proyectos como el “Astillero 5.0”, los obreros –fijos y subcontratados– se reparten las migajas y la precariedad.

El comunicado emitido por el sindicato SAT-CTM en Navantia San Fernando lo dice con claridad meridiana: es hora de dejar las diferencias y reconocernos como lo que somos: clase obrera. La patronal no entiende otra lengua que la del conflicto. Y si su respuesta a la explotación cotidiana que sufrimos es el desprecio, entonces la respuesta de la clase trabajadora debe ser la organización, la barricada y la huelga.

La lucha contra la burocracia sindical y por la rearticulación revolucionaria del movimiento obrero

Los trabajadores del metal no están solo exigiendo el desbloqueo de unas negociaciones estancadas, sino que están denunciando la traición y la fragmentación que las instituciones, incluidos los sindicatos burocratizados, han impuesto para dividir y debilitar a la clase obrera. La lucha es también contra la fragmentación del movimiento obrero, consecuencia directa de un sindicalismo que en demasiadas ocasiones ha olvidado su esencia para convertirse en colaborador en la gestión de la explotación.

La ausencia de mecanismos para que los trabajadores puedan decidir directamente sobre las propuestas o convocatorias, así como el uso superficial o la omisión de las asambleas, demuestra que buena parte del sindicalismo actual se aleja de las bases obreras y asume una función de gestión que legitima la explotación. Este distanciamiento entre representantes y representados no solo debilita la lucha, sino que facilita que la patronal y el Estado impongan condiciones cada vez más lesivas para la clase obrera.

Es imprescindible reivindicar el poder de las asambleas, la democracia directa en el movimiento obrero, como base para la toma de decisiones que reflejen la voluntad real de los trabajadores y trabajadoras. La lucha por recuperar este poder es una lucha contra la burocracia sindical y por la rearticulación revolucionaria del movimiento obrero. Y en Cádiz esta lucha se está expresando de forma muy clara: mientras la unión de los trabajadores había llevado a superar temporalmente las diferencias entre las corrientes sindicales, poco después se volvía a ver de manera flagrante qué son las posiciones sindicales que justifican y gestionan el estado actual de cosas cuando, ante una exigua propuesta de convenio por parte de la patronal que, entre otras cosas, buscaba introducir una escala salarial inferior para los jóvenes, algunos lo firmaban y llamaban a desconvocar la huelga.

El papel de las auxiliares: la lógica del capital ante la clase trabajadora

Es fundamental señalar el papel de las empresas auxiliares en este conflicto. Estas compañías, que funcionan muchas veces como subcontratas o ETTs, han priorizado el beneficio económico sobre el respeto a los derechos laborales. Este fenómeno no es nuevo ni casual: responde a la lógica inherente del capital, que busca externalizar y precarizar la fuerza de trabajo para maximizar la ganancia a costa del sacrificio obrero.
La existencia de convenios inferiores en estas factorías y la multiplicación de contratos precarios, como el fijo discontinuo, evidencian cómo el capital fragmenta y precariza la clase trabajadora, generando un ejército de reserva dispuesto a aceptar condiciones cada vez peores para mantener el sistema funcionando. La lucha por la regularización y la dignificación de estos contratos es, por tanto, una batalla contra la lógica de explotación máxima.

Las reivindicaciones: lucha por derechos y dignidad

La huelga del metal no puede entenderse sin las reivindicaciones concretas que ponen en evidencia las condiciones de explotación actuales:

Cumplimiento íntegro del convenio: Las vulneraciones continuas, como el trabajo en domingos, la imposición de horas extra bajo amenaza de despido o la violación de descansos y jornadas son manifestaciones claras de la arbitrariedad capitalista. El convenio, firmado por las mismas estructuras que ahora llaman a la huelga, se convierte en papel mojado cuando la patronal decide pisotear los derechos obreros.

Regularización del contrato fijo discontinuo: Este tipo de contrato, que se ha convertido en una trampa para la estabilidad laboral, representa una forma más de precarización y flexibilización impuesta por el capital. La lucha para transformar esta figura contractual es un combate contra la reproducción de la precariedad estructural.

Denuncia de los convenios inferiores en auxiliares: El sistema capitalista fragmenta a la clase obrera, generando divisiones que debilitan la lucha colectiva. La existencia de convenios diferenciados, con peores condiciones para sectores enteros, es un mecanismo para mantener la competitividad empresarial a costa de la dignidad y los derechos de los trabajadores.

Impagos y abuso de las contratas: La violencia económica contra la clase trabajadora se agrava con impagos reiterados, que afectan directamente a la subsistencia de las familias obreras. En el sistema capitalista, el beneficio privado se impone sobre la seguridad y el bienestar social.

Coeficiente reductor y jubilación anticipada: Reclamar la jubilación anticipada es una batalla contra el desgaste y la explotación que sufren los trabajadores del metal, quienes ven su salud y sus vidas consumidas por un trabajo extenuante y muchas veces peligroso.

La lucha por la unidad de los convenios: Uno de los mayores fracasos de la negociación actual es la incapacidad de unir las demandas y los convenios de los trabajadores auxiliares con los de Navantia.

El metal en Cádiz hoy vs. noviembre de 2021: huelga indefinida, tanquetas y represión

En noviembre de 2021 estalló una huelga indefinida en el metal de Cádiz que se prolongó nueve días con disturbios que dejaron imágenes icónicas: carga policial con gas lacrimógeno, pelotas de goma, barricadas y piedras lanzadas desde las calles; entrada de una tanqueta blindada en barriadas obreras en Puerto Real y Cádiz (Río San Pedro), incluso junto a colegios; masivas manifestaciones y enfrentamientos contra la policía. La represión policial soldó la solidaridad obrera: estudiantes se unieron, personal sanitario del Puerta del Mar aplaudió, y surgió una oleada de apoyo sindical combativo.

El Estado sigue invirtiendo millones en tecnificación, digitalización y competitividad, mientras ignora que la fuerza que mueve los astilleros no es un algoritmo, sino las manos y los cuerpos de miles de trabajadores. La contradicción entre el trabajo y el capital se agudiza, y Cádiz vuelve a convertirse en trinchera.

Esta huelga debe asumirse no como un hecho aislado, sino como un eslabón más en la cadena histórica de la lucha de clases. No se trata solo de ganar un plus de toxicidad o consolidar el contrato fijo discontinuo. Se trata de fortalecer la conciencia de clase, de romper la fragmentación entre trabajadores fijos y auxiliares, de construir un movimiento obrero unificado que confronte al enemigo común: la burguesía, que se enriquece del sudor ajeno.

A quien se debe señalar es a la dirección de Navantia y la patronal, por saquear salarios y recursos: rescate de astilleros británicos e inversiones millonarias en el llamado «Astillero 5.0», mientras a los que construyen los barcos –fijos y auxiliares– solo les dan migajas. Llamamos a continuar la huelga como golpe certero a la producción, para que los opresores vean que los que ellos creen que somos números ya no aguantamos más. Reclamamos acabar con la atomización, unificar las luchas y actuar codo a codo por el metal de Cádiz.

La historia está de lado de quienes luchan; por eso, la huelga es una oportunidad para avanzar hacia una organización más consciente, combativa y unificada del sector del metal. La huelga no es el fin, es el medio. Cádiz, una vez más, está llamada a ser ejemplo de dignidad. Que no nos cuenten como cifras. Que nos vean como lo que somos: una clase que no está dispuesta a arrodillarse.

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