Editorial

Llega diciembre y, con él, aparecen por doquier balances de todo tipo, con la vista colocada en los propósitos de año nuevo. Desde las líneas de Nuevo Rumbo también toca hacerlo. Termina un año más y, lamentablemente, el panorama no es halagüeño para las y los trabajadores de nuestro país y del mundo. Serviría un repaso de las principales tendencias actuales del capitalismo y de la agudización de las tensiones interimperialistas para sustentar esa afirmación. Pero a ello dedicamos buena parte de nuestros textos habitualmente y, puesto que este último mes del año suele conllevar una mirada hacia los últimos doce, a lo vivido desde enero, en esta ocasión vamos a hacer un repaso cronológico de distintos sucesos, pero un repaso un tanto particular; concretamente, de sucesos que evidencian la caducidad del sistema capitalista, por su incapacidad para satisfacer las necesidades sociales básicas, y la urgencia, por tanto, de sustituirlo por la sociedad socialista-comunista y de dar pasos firmes como clase en 2026 para ver más cerca ese objetivo.

En abril, el día 28, España se apagó. Fallos en la red eléctrica, cuyo origen aún hoy no ha sido aclarado, hicieron que toda la red se viniera abajo y, con ello, buena parte del funcionamiento de nuestra sociedad. Existiendo los medios técnicos disponibles para que esto no ocurra, ¿de verdad estamos dispuestos a seguir tolerando la propiedad privada de todo el proceso de producción, distribución y comercialización de la energía? ¿Cómo no vamos a organizar todo ese proceso con base en las necesidades sociales de la mayoría trabajadora, eliminando de la ecuación el enorme lucro privado de un puñado de capitalistas? ¿Y si hiciéramos lo mismo con todos los sectores fundamentales de la sociedad?

En agosto, tras una primera parte del verano no especialmente negativa en ese ámbito, una oleada de grandes incendios asoló el país, especialmente el noroeste, y llenó a decenas de pueblos y a sus habitantes no solo de humo, sino también de miedo, indignación y rabia. Que los enormes e irreparables daños medioambientales y materiales, así como humanos, eran evitables o muy minimizables con una decidida política de prevención resulta tan evidente como que esa política choca de frente con un sistema basado en el lucro privado, en el que las empresas de este sector no buscan la protección de los montes y las personas, sino, como en cualquier otro, la máxima rentabilidad posible. Con la dignidad de su lucha, pusieron en el mapa su situación los bomberos forestales, sumidos en una espiral de precariedad y temporalidad insostenible, y aún hoy debe recibir el máximo de los apoyos; en el momento en que se escriben estas líneas, por ejemplo, la huelga indefinida iniciada en agosto por los bomberos de la Comunidad de Madrid continúa. No esperemos al próximo verano para volver a acordarnos de su situación y sus reivindicaciones.

En noviembre dimitió Mazón. Y lo indignante es que esto ocurra en noviembre de 2025, y no de 2024, en cuanto, tras las primeras horas y días de ingentes labores de limpiar, desescombrar y rescatar a personas atrapadas y víctimas mortales, emergió un panorama desolador, y se firmó así una de las páginas más negras de la historia reciente de nuestro país. El presidente valenciano se aferró a su sillón durante todo un largo año; un largo año de excusas, bandazos y versiones contradictorias. Manifestaciones masivas, una huelga en toda la comunidad autónoma y la incesante labor de las asociaciones de víctimas no fueron suficientes para que dimitiera; lo determinante para que presentase su renuncia fue la comprometedora declaración en el juzgado de la persona con la que compartió una copiosa y pausada comida mientras cientos de personas, no tan lejos de donde él se encontraba, se veían atrapadas y morían. Que no se haya sido capaz de apartar a este infame personaje del ejercicio de la política demuestra que la política burguesa está hecha a su medida, a la de ellos y ellas; ni rendiciones de cuentas ni posibilidad de revocación de cargos ni nada que se le parezca. Y no solo no se logró que dimitiera en su debido momento, sino que, de hecho, una vez reemplazado en el cargo por su sucesor –sin elecciones de por medio–, el PP le ha premiado con una portavocía en el Parlamento valenciano que le supone una jugosa cuantía extra al mes. Toda esta broma de mal gusto demuestra que otra democracia es necesaria: dirección colectiva, desempeño al servicio de las y los trabajadores y posibilidad de revocación de cargos, máxime en situaciones tan graves como esta; una necesidad que lleva el nombre de democracia obrera.

Y en todo ese 2025 convulso, casi a final de año celebraba el PCTE su III Congreso, con el lema «un Partido para luchar en todas las condiciones». Luchar en todas las condiciones porque reconocemos un panorama político y económico mundial altamente volátil, con crecientes tensiones entre las potencias imperialistas y enfrentamientos que hoy se dan a escala regional pero que podrían terminar estallando en una escala mayor, implicando con ello a la clase obrera de todo el mundo (que es quien siempre paga el pato en las luchas encarnizadas de los capitalistas por el botín más suculento), más aún cuando los principales líderes mundiales están promocionando –ya sin ningún tipo de disimulo– posiciones belicistas que, junto con el chovinismo que llevan años alimentando, puedan volver a la población favorable a confrontaciones directas entre países. Luchar en todas las condiciones, también, porque las fuerzas políticas burguesas criminalizan el comunismo en un burdo ejercicio de revisionismo histórico y ya en algunos países persiguen o incluso ilegalizan a partidos comunistas, como les ocurría recientemente a los camaradas del Partido Comunista de Polonia, a quienes mandamos toda nuestra solidaridad. La burguesía no esconde que el comunismo sigue siendo su enemigo a batir, y algunos de sus representantes políticos sacan a pasear el fantasma aun hoy, con el movimiento comunista en un momento de debilidad; imaginemos cuando la amenaza que plantea el proyecto comunista sea real y poderosa y este haya organizado en torno a sí a amplios sectores de las masas. En este escenario, el PCTE quiere ser el partido que llame a la clase obrera a enfrentar este sombrío panorama y contribuya a su recomposición ideológica, política y organizativa para no seguir caminando en esa peligrosa dirección en 2026.