Una campaña no es solo pegar carteles

Este 2 de diciembre son las elecciones andaluzas y, si no vives allí, puede que como mucho sepas que lo más probable es que vuelva a ganar Susana, que PP y Ciudadanos van ahí ahí, sin que se sepa quién queda por delante, y que PODEMOS (perdón, Adelante Andalucía) va a volver a tener la oportunidad de convertirse en muletilla del PSOE andaluz. Ya lo han hecho en muchas otras CCAA, ayuntamientos y hasta con Pedro Sánchez, así que…

Pero hoy no vamos a hablar de otros, sino de nosotros y nuestros problemas. De cómo es eso que el PCPE no está en las elecciones andaluzas si hay unas candidaturas con un logo que se parece mucho al nuestro pero que, en vez de terminar en “E”, termina en “A”. Es muy sencillo: se trata de otro partido político, de unas siglas que, aunque se parezcan a las nuestras, nada tienen que ver con el PCPE desde hace muchos años.

Nosotros no estamos en las elecciones porque unos señores han querido, con sus recursos y maniobras, que no haya listas del PCPE. Suponemos que para tratar de poner en valor sus siglas con la “A” y para tratar de justificar ante sus seguidores que consiguen “algo”.

Pues bien, que no hayamos tenido candidaturas no ha sido ningún inconveniente, sino al contrario. No digo que no sea importante estar presentes en estos procesos, pero también es verdad que, de participar, hay que saber para qué y cómo. Antes de que la Junta Electoral Central dijera que el nombre del PCPE no puede usarse en las elecciones, teníamos un plan de trabajo que consistía en desarrollar, durante varios días, un trabajo más intenso hacia centros de trabajo y barrios obreros y populares, aprovechando el debate político abierto por las elecciones. En otras palabras, utilizar la campaña electoral para avanzar en el desarrollo de las campañas políticas y organizativas lanzadas por el Comité Central. Para desarrollar el giro obrero en lo político, desvelando a qué clase sirven finalmente los distintos partidos políticos burgueses.

¿Qué hemos hecho a pesar de no tener papeleta electoral el día 2? Lo mismo. Tener lista o no tenerla no era lo determinante para desarrollar la campaña política del PCPE durante estos días en Andalucía. Nuestra campaña se iba a realizar en cualquier caso, porque ninguna Junta Electoral, ningún Juzgado de Primera Instancia ni ningún Tribunal Constitucional le dice al Partido Comunista cuándo y cómo desarrolla su trabajo político.

También es verdad que podíamos habernos dedicado, durante los 15 días de campaña oficial, a pegar carteles por Andalucía entera pidiendo el voto. Eso nada más, y luego darnos golpes en el pecho diciendo lo mucho que nos hemos esforzado en la campaña. Y creernos eso de que la prensa burguesa no nos hace caso porque saben que una entrevista —esa que no hemos pedido— o una nota de prensa —esa que no hemos enviado— igual hacen temblar el poder de los terratenientes andaluces y sus políticos. Pero ¿valen de algo unos cuantos carteles si luego no hay presencia del Partido en el día a día? Si la clase obrera a la que nos dirigimos no sabe quiénes somos, dónde estamos o qué defendemos, si no nos ve y nos palpa, si de nosotros sólo conoce un cartel visto a lo lejos en una tapia, ¿estamos organizando a la clase? ¿para qué sirve todo ese trabajo? ¿avanzamos en nuestra presencia en los sindicatos, en las organizaciones populares, mejoran las posibilidades de organización de la mujer trabajadora o de la juventud de extracción obrera y popular? ¿Estaremos más cerca de abrir un centro obrero y popular en nuestra localidad o en nuestro barrio? Temo, lamentablemente, que no.

Cuando la participación en las elecciones se vuelve costumbre, cuando consiste en “estar por estar” o, peor aún, en “estar para que no estén otros”, cuando no se le da utilidad a las campañas electorales dentro de la política general del Partido, engarzando ese trabajo en los planes generales de desarrollo político y organizativo —y no al revés—, ahí es cuando la participación electoral se convierte en fetiche y carece de sentido para un Partido Comunista. Y nosotros, al menos, no estamos para fetichismos, que hay mucho que hacer en los centros de trabajo y en los barrios, donde la cuestión no es ir con papeleta o sin ella, sino ir.

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