Congreso del centenario: debatiendo sobre el capitalismo español

España en la actualidad se encuentra en la fase de desarrollo imperialista, perteneciendo a diferentes alianzas interestatales imperialistas como la OTAN y la Unión Europea. España es la cuarta economía de la UE y la decimotercera mundial, situándose en el tramo medio-alto de la pirámide imperialista. Un reducido número de monopolios controlan la producción de bienes y servicios.

La exportación de capitales de España ha experimentado un aumento en las últimas décadas, pero las diferentes crisis sufridas han provocado una reducción de la participación del capital español en el exterior, que tiene su principal destino en Estados Unidos, Francia y Brasil. Principalmente, la entrada de capital extranjero en España procede de países europeos, fundamentalmente de origen en el Reino Unido y Francia.

Los sectores económicos en España más dinámicos son las energías renovables, uno de los principales líderes mundiales, la biotecnología, farmacéutica, el transporte en especial el tren de alta velocidad, la automoción y la industria turística y agroalimentaria, destacando la producción de frutas y hortalizas, aceite de oliva y vino.

En cuanto al mercado laboral, hemos pasado de 11 millones de empleos en 1985 a 20 en el 2020. Del total de afiliados a la Seguridad Social un 82,46% son trabajadores asalariados y un 17,45% trabajadores por cuenta propia, en muchos casos en fraude de ley como falsos autónomos. Nuestra clase obrera tiene una alta cualificación, pero sometida durante estas décadas a altos niveles de desempleo, sufriendo gran parte pobreza que afecta con mayor gravedad en el sur de la península. Además, la destrucción de fuerzas productivas durante la actual crisis ha llevado a la generalización del trabajo a demanda.

A pesar que España cuenta con un alto desarrollo de las fuerzas productivas, la propiedad privada de esos medios de producción provoca que la riqueza social no permita satisfacer las necesidades sociales.

En el plano político, España tiene una estructuración similar a otros países capitalistas europeos. La falsa división de poderes conforma una unidad estatal donde se ejerce la violencia de la burguesía contra la clase obrera, contando con los elementos de la superestructura para mantener el sistema de dominación. Tanto el aparato represivo con las fuerzas armadas y policiales, así como el sistema educativo, la Iglesia Católica, los monopolios de la comunicación, la industria editorial y la denominada industria del entretenimiento son elementos de reproducción de la ideología burguesa.

Redacción Nuevo Rumbo

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