PSOE: abrazos de Congreso y puertas giratorias

Hace pocas semanas que el PSOE cerraba su 40º Congreso a bombo y platillo con una escenografía muy cuidada para ofrecer una imagen de fortaleza y unidad. No puede sorprender a nadie que el PSOE a las pocas semanas siga haciendo lo que mejor sabe hacer como partido, con todo el apoyo de los monopolios de la comunicación, gobernar al servicio de la gran patronal, pero acariciar a la clase obrera con la mano izquierda.

Así, las mínimas medidas propuestas desde Unidas Podemos para limitar el precio del alquiler, han quedado aún más esquilmadas en la norma que ha aprobado el Consejo de Ministros. Tampoco sorprenden las tiranteces en el seno del Gobierno en las negociaciones por la nueva reforma laboral, que sin derogar las reformas laborales de 2010 y 2012, se adapte a las necesidades de la patronal y se ajuste a los dictados de la Comisión Europea. Ahora bien, quizás aquí los nuevamente engañados son quienes por enésima vez decidieron actuar de muleta del PSOE y trataron de convencernos al resto de las veleidades de gobernar con el Partido de la reconversión industrial, las ETTs, el OTAN de entrada no y tantas otras agresiones contra la clase obrera de nuestro país.

Los abrazos entre Felipe González y Pedro Sánchez reflejan fielmente la línea de continuidad al servicio de las grandes empresas de nuestro país para las cuáles el PSOE es un gran baluarte. Mientras el IPC y la tarifa eléctrica andan disparados y la pobreza crece en España, el Gobierno decide anunciar el cobro de peajes en las autovías, una medida muy mala cuando el PP estaba en el Gobierno, pero que ahora todos debemos abrazar en aras de la transición ecológica.

A los pocos días de acabar su Congreso, el PSOE, con la colaboración necesaria de Unidas Podemos, se lanza a renovar el Tribunal Constitucional, el Defensor del Pueblo y la Agencia de Protección de Datos de la mano del PP, ese irreconciliable enemigo en los impostados debates parlamentarios o televisivos. Tratan mediante la pirotecnia discursiva exagerar las diferencias de matiz, para poder seguir presentándose como una opción favorable a la mayoría, a pesar del historial.

En todo este espectáculo político el único que ha actuado honestamente es un miembro del PSOE que no acudió al Congreso y para el cual quizás no hubo invitación. Se trata de Antonio Miguel Carmona, que a comienzos del mes de octubre, en pleno alza de los precios de la electricidad y negociaciones entre las grandes eléctricas y el Gobierno de España, anunciaba su fichaje como vicepresidente de Iberdrola España. Resulta difícil imaginarse un político más oportunista y con menos escrúpulos que Carmona, apadrinado por García Ferreras como tertuliano habitual, que ahora da un paso natural, de trabajar para los monopolios desde las filas del PSOE a pasar ahora a nómina de Iberdrola.

Desde que triunfara la moción de Censura contra Mariano Rajoy, el PSOE está dando importantes lecciones a las nuevas generaciones que no vivieron traiciones pasadas (aunque sufrimos las consecuencias) de que por más que se engalanen o por más que nos lo traten de vestir con ropajes progresistas, el PSOE forma en las filas de la CEOE.

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