La rabia detrás de la oleada de protestas en Irán

En las últimas semanas Irán ha sido protagonista de algunas apariciones en medios, especialmente a raíz del asesinato el pasado 16 de septiembre de Mahsa Amini, de 22 años, a manos de la llamada Policía de la Moral, que detuvo a la joven y la tuvo bajo custodia policial durante tres días por su “vestimenta indecente” (por llevar mal colocado el velo, vamos).

Este terrible crimen, por desgracia, no es un hecho aislado en el actual Irán, donde las mujeres sufren una escandalosa discriminación en cuanto a trabajo, educación, familia… que tiene también su reflejo en una ideología reaccionaria que reprime a las mujeres por su “vestimenta indecente”, y abre el camino a su asesinato. Trabajadores, jóvenes, estudiantes, mujeres… han salido a la calle en estos días para exigir responsabilidades por este asesinato, pero no solo, también para luchar por los derechos políticos, sociales y económicos que el gobierno iraní niega a través de violencia, represión popular, privatización económica, ofensiva contra el movimiento obrero y popular, etc.

En este último mes y medio ha habido diversas movilizaciones estudiantiles en varias universidades, incluida la Universidad de Teherán, donde estuvieron suspendidas las clases presenciales durante unas semanas, y donde el gobierno no dudó en utilizar la represión violenta contra los y las estudiantes. Por ello, ahora mismo se está convocando una huelga entre el colectivo de docentes para denunciar la represión al estudiantado universitario.

Esta respuesta popular, esta oleada de protestas en el país, es tan necesaria como peligrosa, pues conlleva el pago de un alto precio: más de 200 personas han muerto asesinadas por la represión desde que comenzaron estas recientes movilizaciones en Irán, y otras tantas han sido heridas, torturadas y encarceladas.

Y aunque está fuera de dudas, conviene recordar en estos casos que nuestra posición como mujeres trabajadoras en este sistema capitalista es injusta, y que incluso en algunos países el barniz cultural y religioso amplifica nuestra desigualdad. Si queremos que noticias como la de Amini no vuelvan a copar espacios en los medios, porque crímenes como ese no vuelvan a ocurrir, y si queremos que cuando el pueblo trabajador organizado sale a la calle a denunciar estas agresiones no lo tenga que pagar con su vida, lo que debemos hacer es transformar nuestra justa rabia en una respuesta organizada contra esta sociedad capitalista y machista que nos oprime, nos reprime, nos encarcela y nos asesina. No hay tregua.

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