Análisis concreto de la realidad concreta

Imagino que, si siguen la actualidad internacional, últimamente habrán escuchado el término “multipolaridad” al menos un par de veces. Lo utilizan los diarios de gran tirada y las cancillerías de muchos países en sus notas oficiales. Está tan de moda que incluso existen sujetos dentro o en el entorno del movimiento comunista que lo han abrazado hasta tal punto que se han vuelto entusiastas promotores del término y de todo lo que implica.

Estos promotores, aparte de entusiastas, pretenden ser violentos en su retórica, quizás fruto de que su campo de actividad es básicamente esa red social de la X que favorece a través del algoritmo a quien se muestra más agresivo. Insultan con frecuencia, pero con poca habilidad, utilizando argumentos pobres y, muchas veces, falsos, contra quienes basamos nuestra actividad política en las premisas de saber en qué mundo nos movemos y de que no conviene engañar a la población con magufadas que acaben desembocando en callejones sin salida.

Repiten hasta la saciedad las palabras “análisis concreto de la realidad concreta” como si las entendieran, y cambian lo científico del marxismo por la toma de partido sin más criterio que ir a la contra.

Muchas veces, los que hoy nos venden las bondades internacionalistas de la oligarquía rusa son los mismos que, no hace tantos años, atacaban con furia a la Unión Soviética, sirviendo de agentes de unos EEUU que veían en la China maoísta la posibilidad de abrir una cuña en el movimiento comunista. Otras veces, son sujetos desorientados, a quienes la destrucción del Muro de Berlín dejó tan noqueados y tan faltos de perspectivas que siguen analizando la realidad concreta como si aquello no hubiera pasado. Otros se han subido al carro de la multipolaridad para promover tesis estrambóticas encaminadas a alentar alianzas interestatales regidas por los intereses de los capitalistas correspondientes.

Ninguno de ellos entendió lo que significa que el imperialismo es una fase concreta de desarrollo capitalista, y por tanto son incapaces de entender que la pelea por la hegemonía política, económica y militar de unas u otras potencias en esa fase es una constante en la que la carne de cañón son los pueblos. Y tampoco entienden que la tarea de aprovechar las contradicciones entre las potencias no significa convertirse en militante a favor de los intereses de una o varias de esas potencias.

El análisis concreto de la realidad concreta, para ellos, significa toma de partido inmediata. Cualquiera que hable mal de Estados Unidos es automáticamente “antiimperialista”. Para nosotros, el análisis concreto de la realidad concreta va un poquito más allá y nos permite saber cuáles son los intereses que, en cada momento, hay detrás de esa oposición a EEUU, porque algunos son honestos, otros son propaganda y otros únicamente expresan las aspiraciones a ocupar su actual posición hegemónica.

Están entusiasmados por el avance de un “orden multipolar” capitalista que ya sabemos cómo es (recuerden 1914) y, en su estrechez de miras, se encuentran cómodos pensando que nuestro escepticismo frente a su entusiasmo se debe a que defendemos el unipolarismo. No, señores y señoras, se debe a que ya sabemos que, mientras los trabajadores sigamos atrapados en decidir qué cadenas capitalistas nos aprietan menos, nos olvidaremos de que llevamos cadenas.

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