La imperiosa necesidad de derogar las reformas laborales

Manifestación contra el despido por enfermar. Noviembre, 2019.

El pasado 27 de noviembre los sindicatos CCOO y UGT convocaban a una movilización general en decenas de ciudades contra una sentencia del Tribunal Constitucional que ponía de manifiesto la brutalidad de una de las medidas legalizadas en las últimas reformas laborales. En todas esas concentraciones hubo militantes del PCTE, por entender que la lucha ante las consecuencias de una de las más obscenas medidas antiobreras de las reformas laborales debe abrir el paso a la consecución de la derogación en su totalidad de las reformas laborales que tanto PP como PSOE fraguaron en connivencia con la patronal en contra de la clase obrera de este país.

Y es que ¿quién podría pensar que a alguien se le pueda despedir de su trabajo por estar enfermo? Pues así es. El Tribunal Constitucional basándose en la Reforma Laboral de 2012 avala despidos por enfermedades cortas, aunque éstas estén justificadas, porque en su razonamiento legal los costes directos e indirectos para las empresas están por encima de la protección a la salud de los trabajadores y trabajadoras. Tal es así que nueve días de baja en dos meses bastan para estudiar por parte de la empresa un despido procedente.

Esa brutalidad que cabe en sus leyes, y es avalada por la Constitución Española y su alto tribunal, sólo es legal porque junto con otras muchas brutalidades han ido entrando en el ordenamiento laboral a base de reformas y contrarreformas impuestas por los sucesivos gobiernos del PSOE y del PP. Todo ello a pesar del clamor movilizador de una clase obrera harta de sufrir agresiones a sus derechos pero que no siempre ha contado con la firmeza de un movimiento sindical de clase unido y a la ofensiva. Por el contrario, los trabajadores y trabajadoras siempre nos hemos encontrado enfrente a las organizaciones políticas denominadas progresistas que, llegando a los parlamentos con llamamientos, incluso vehementes, a la unidad en el voto útil para frenar a la derecha, siempre acabaron legislando y representando fielmente los intereses de una clase burguesa insaciable y cruel.

Por ello los comunistas decidimos participar y apoyar la importante movilización que supusieron los actos del 27 de noviembre, contra las consecuencias directas de uno de los aspectos de las reformas laborales, porque por muy legales y constitucionales que sean ni son justas ni son éticamente defendibles.

Pero también estuvimos ahí para recordar a las organizaciones sindicales que no deben estar dispuestas a renunciar a la exigencia de la derogación en su totalidad de las Reformas Laborales de los Gobiernos de Zapatero y Rajoy. Y que esperamos de su responsabilidad y sentido de clase que no se dejen llevar por el espejismo de la formación de un gobierno progresista convertido en un fin en sí mismo.

Porque, aunque aún no está claro si finalmente se convertirá en realidad un gobierno calificado de progresista entre PSOE y Unidas Podemos, lo que sí tenemos claro es que los trabajadores y trabajadoras no debemos depositar ninguna confianza en la gestión capitalista de ese nuevo gobierno, cuando antes incluso de su constitución ya empiezan a renunciar a plantearse siquiera las medidas estrella de las que algunos de ellos hacían gala durante las campañas electorales. Por ello, la exigencia de la total derogación de las reformas laborales será un buen indicador de hasta qué punto el progresismo de este país hace oídos sordos a las justas reclamaciones de una clase obrera que todo lo produce y que al final nada decide.

En el camino de la lucha el Partido Comunista empeñaremos nuestros mejores esfuerzos y por eso hacemos un llamamiento a los sindicatos de clase a organizar las más altas cotas de movilización que pongan de manifiesto la utilidad del movimiento sindical de clase por el mantenimiento, recuperación y conquista de derechos para quienes todo lo producimos.

A la par, hacemos también un llamamiento a la clase obrera a llenar las calles y a no albergar ninguna confianza en el parlamentarismo burgués para que ninguna nueva traición se convierta en otra decepción y nos oculte la necesidad de más organización y más lucha.

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