El amargo despertar del sueño alemán

Alemania, motor de la economía europea y, en tiempos de falta de libertad y mala situación económica derivada del franquismo, país acogedor de multitud de españoles en busca de un presente mejor. A día de hoy no son pocas las personas que, emulando a nuestros mayores, dejan España con el objetivo de huir de la precariedad y desarrollar un proyecto de vida acorde a sus expectativas.

Al igual que ellos, ésta idea rondaba mi cabeza desde antes de cumplir la mayoría de edad. Durante los últimos años de mi vida académica traté de conseguir una beca para estudiar en el país germano, pero las consecuencias que nos trajo la crisis de 2008 a los trabajadores y su hijos, tuve que desistir. Sin embargo, mi empeño no cesó, encontré ofertas de trabajo para emigrar y conseguí ser seleccionado en una de ellas.

Se trataba de una ETT con sede en Sevilla. Dado que en el contrato que firmé existe una clausula de confidencialidad no revelaré el nombre de la misma, así como tampoco revelaré todas las situaciones que –como el título reza– me hicieron ver que el sueño alemán estaba muy lejos de lo que se cuenta sobre dicho país.

Esta empresa buscaba los siguientes perfiles laborales: conductores de camiones, fontaneros, albañiles, pintores y electricistas para llevarlos a Alemania con un salario neto de 1200€; cantidad menor al SMI en dicho país. La empresa nos daría un curso de alemán A1 con una duración de mes y medio, nos pagaría el vuelo, el alojamiento durante el primer mes y nos ayudaría a realizar el empadronamiento y la afiliación a una caja de la seguridad social. Pasado un tiempo en una empresa cliente de la ETT habría una posibilidad del 90% de contratación directa.

Empezó el curso y nos conocimos todos los trabajadores. Allí reinaba el buen ambiente y, con los primeros descansos durante el curso, no tardamos en empezar a ver los primeros claroscuros de la empresa. Las opiniones que había en el perfil del mayor buscador de internet que tenía la empresa eran bastante negativas. Sin embargo, hablamos con  recursos humanos y dijeron que sólo eran habladurías de ‘intoxicadores’, personas conflictivas. Pero no paso mucho tiempo hasta que, por fruto del azar, uno de los compañeros conoció a gente de otras promociones anteriores, que desmentían todas las promesas de la ETT. Esto es, ninguna ayuda en el proceso de empadronamiento, ninguna ayuda en el registro de la seguridad social, sueldo muy alejado de lo prometido –sí, por debajo incluso de un importe inferior al SMI–, no se trabaja todos los días y cada vez es una empresa distinta. Con lo cual se hace imposible la tan ansiada contratación por la empresa cliente, comunicación nefasta con los administrativos de las sucursales los cuales hablan muy rápido y sin considerar de que tenemos un A1, etc. Viendo el panorama, pusimos a la empresa las cartas sobre la mesa. A partir de aquí empieza a desdecirse de algunas cosas, por ejemplo, que es posible que algún día, al principio de la relación laboral, no trabajemos de lo nuestro hasta que encuentren una empresa de ello; en cualquier caso, mantiene la promesa de ayuda en cuanto a temas burocráticos y vuelve a tachar a los ‘intoxicadores’ de borrachos y armadores de jaleo. Al final del curso de idiomas, firmamos el contrato y, tenemos una gran sorpresa, nuestra categoría es como trabajador manual. Por ningún lado aparece ninguna de las profesiones antes mencionadas.

Tras tres meses en la empresa, finalmente rompí el contrato al finalizar el período mínimo de permanencia. Otros compañeros lo rompieron incluso el mismo día que llegaron a Alemania al conocer cuál sería su primer trabajo. En mi caso cumplí la permanencia mínima porque el contrato, a través de una cláusula, me penalizaba con una cuantiosa cantidad de dinero que decidieron sólo aplicarme a mí. Finalmente, esta empresa terminó cerrando su sucursal en España. Sin embargo, recientemente otra homóloga ha abierto en la misma ciudad, demandando los mismos perfiles laborales y ofreciendo muy parecidas condiciones.

Pero este testimonio no finaliza aquí sin antes explicar cuál es el modus operandi de todas las ETT alemanas, en las cuales están empleadas tanto nativos como inmigrantes.

¿Cómo se trabaja con una empresa usuaria a través de una ETT?

Las primeras tienen una obra o servicio, necesitan trabajadores, y se ponen en contacto con las ETTs en busca de aquellos con un perfil determinado. Normalmente es necesario disponer de una formación concreta, un Ausbildung, una Formación Profesional. En Alemania hay Ausbildung para casi todas las profesiones. Si no lo tienes, tienes pocas posibilidades de trabajar de ello, a no ser que se tenga un CV muy completo. En caso de que una empresa use tus servicios, si el servicio es muy largo, con el tiempo, a lo mejor, te contrata.

¿Cuánto puede durar una obra o servicio?

Desde casi hasta un año a simples horas. Unos ejemplos, respectivamente, podrían ser adaptar bloques de viviendas tras la instalación eléctrica –con la lijada del pladur, pegada de papel para pintar, pintar, etc.– o descargar un contenedor en un almacén logístico.

¿Cuáles son las obras o servicios más comunes?

Las que duran menos de una jornada laboral, con una media de 4 a 6 horas, y no requieren ninguna cualificación profesional: mozo de mudanzas, mozo de almacén o limpieza.

¿Cómo sabe el trabajador que una empresa usuaria ha solicitado sus servicios?

Todos los días se debe llamar a las 08:00 y a las 16:00 a la sucursal, identificándose para saber si ese mismo día trabaja –en el caso de llamar a la primera hora indicada– o es al día siguiente. Puede incluso que, después de recibir la negativa, lo llamen al teléfono para trabajar. Esto último suele ocurrir cuando es para trabajar un mismo día.

¿Qué supone al trabajador los horarios de llamada?

Estar disponible para incorporarse a la actividad laboral hasta las 16:00 –puede incluso que le toque trabajar por la tarde-noche a pesar de ser la hora a la que le notifican que trabaja al día siguiente. Esto imposibilita realizar cualquier actividad que no pueda ser interrumpida ipso-facto tras una llamada. Por ejemplo, en Alemania se estila bastante que una casa alquilada no tenga lavadora, ni el casero te permita poner una por el gasto de agua, por lo que debes ir a la lavandería y esperar el tiempo de la lavadora mas el de la secadora. Un trabajador de una ETT no podría ir a la lavandería antes de las 16:00 excepto los fines de semana.

¿Hay trabajo todos los días?

No, esto hace que el trabajador de una ETT tenga un sueldo muy precario, pues cobra según lo trabajado. Recordemos que la media de trabajo al día suele ser de 4 a 6 horas.

¿Cuánto se cobra?

Entre 500-900€.

¿Las empresas alemanas nunca contratan directamente?

Para todos los servicios destinados a auxiliares o aprendices se echa mano de las ETTs. Pero según el sector esto puede variar en función de la categoría profesional; por ejemplo, en la pintura hasta casi oficial de primera se sigue haciendo uso de las ETTs, no importa tu experiencia profesional ni tu formación.

¿Por qué recurrir a una ETT frente a la contratación directa?

Porque a pesar de ser caro un trabajador de ETT para la empresa usuaria, a la larga resulta más barato al ser servicios puntuales y no tan seguidos en el tiempo. A eso hay que sumarle el ahorro de la paga de navidad, la paga de verano y la falta de mano de obra en vacaciones.

¿Es posible ser contratado por una empresa usuaria desde una ETT?

Sí, pero muy difícil debido a, en primer lugar, la corta duración de la mayoría de servicios y, en segundo lugar, los impedimentos por parte de las ETTs a las empresas usuarias como son el pago de una alta cantidad de dinero que le permita contratarlo; ignoro el montante exacto, pero han sido varias las personas con las que he coincidido que en el pasado estuvieron en mi ETT y fueron contratadas por una empresa usuaria.

¿Y cómo fue mi vida mientras estuve trabajando para ellos?

El sueldo sólo alcanzaba para pagar el piso –compartido, de lo contrario sería imposible– el transporte, la comida, el contrato de teléfono móvil y las facturas de agua, luz y calefacción. La capacidad de ahorrar era algo impensable, al igual que salir a tomar unas copas o cenar.

Este es el sueño alemán.

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