La Cantabria que asesinan en nombre del COVID

El gobierno de Revilluca lo ha vuelto a hacer. Esta vez, con las escuelas y los bolos. Nada nuevo para el obrero que está acostumbrado a sufrir las medidas del Partido Regionalista de Cantabria (PRC) y sus aliados. Siempre hacen lo mismo: mientras apuñalan al trabajador para proteger los intereses de los capitalistas, esconden sus ataques saliendo a la prensa a promocionar nuestra cultura. Pero antes de entrar en materia, vamos a hacer una pequeña presentación del antihéroe.

¿Los cántabros somos una misma cosa? Cantabria y lucha de clases

La táctica del gobierno de Cantabria es inteligente. Se alzan como defensores de la cultura cántabra, de nuestra gastronomía, de nuestros deportes populares, de nuestras tradiciones; y, entonces, hacen su brujería, nos ponen ante un falso dilema. Nos dan a entender que, si no estás con ellos, estás contra Cantabria.

Pero Revilla no ha creado nada de lo que promociona. Las anchoas las llevan embotando obreras toda la vida; son obreros los que trabajan en turnos eternos para sacar adelante la producción de sobaos, de celulosa y de todos los demás productos que Miguel Ángel, de paseo por las teles, dice que son “patrimonio de todos los cántabros”.

Eso dice Miguel Ángel, pero no es verdad. La riqueza de Cantabria es, exclusivamente, patrimonio del trabajador. ¿O acaso Ana Patricia Botín ha movido un dedo para poner en marcha alguna máquina en El Astillero? Si acaso, siguiendo el legado de su padre, continúa provocando la desindustrialización de nuestros pueblos y ciudades, que tanto gusta a la Unión Europea.

Esta vieja lucha entre obreros y capitalistas hoy se refleja, sin ir más lejos, en conflictos como el de los obreros de SNIACE, Ferroatlántica y Troquelmain que han sufrido ERES, ERTEs y liquidaciones; o en la enorme nueva cantidad de ERTEs, EREs, despidos encubiertos y otras lindezas, que se justifican, cobardemente, en el COVID.

Aunque Revilla se empeñe en camuflar con nuestra cultura todas sus acciones, lo cierto es que, antes que cántabros, somos trabajadores o capitalistas. A los obreros de Maliaño que nos estamos jugando la vida nos da igual que el empresario sea de El Astillero o de Milán.
Revilla, el acróbata de la política

Si hay que reconocerle un mérito a Miguel Ángel Revilla es que, a su edad, tiene una flexibilidad exquisita. Solo así pueden explicarse los infames malabarismos que debe hacer para, de boquilla, decir que está al lado del trabajador de Cantabria mientras que, en la práctica, apoya sistemáticamente al capitalista. Solo así puede explicarse que en marzo haga el paripé uniéndose a nosotros, a los obreros de Torrelavega, en defensa de la industria de la ciudad; mientras que, pocas semanas después, en medio de una pandemia mundial que ha dejado innumerables víctimas mortales en nuestro país, tenga la desfachatez de pedir que volvamos lo antes posible a los centros de trabajo.

Dicho de otra forma, al beatificado Miguel Ángel Revilla, autoproclamado defensor de lo cántabro, le importa mucho más el capitalista que quiere seguir engordando sus bolsillos que el trabajador cántabro que está jugándose la enfermedad y, seamos claros, la muerte.
Pero como el contorsionismo político del PRC no tiene límites, a Miguel Ángel, en plena pandemia, se le ocurre una brillantez: ponerse a reivindicar que se pueda jugar a los bolos, en sus diversas modalidades, durante las franjas horarias sin confinamiento. ¡Esta es la prioridad del PRC mientras que al trabajador de Cantabria lo que le preocupa es que le hayan obligado a ir a currar a un puesto no esencial! ¡En los discursos de Miguel Ángel el drama de Cantabria son los bolos y no que el trabajador pueda volver a casa enfermo y contagiar a su marido, a su hija, a su madre! ¡El problema son los bolos mientras el trabajador cántabro sabe que se está jugando su salud y la de sus seres queridos!

De nuevo, Revilla vuelve a jugar su carta mágica: cualquier crítica que le hagas a él es una crítica a Cantabria entera. ¿O es que acaso no quieres que podamos jugar a los bolos?, nos dirá. Y así, con sus declaraciones banales, totalmente alejadas de las preocupaciones reales del obrero cántabro, vuelve a echar una cortina de humo sobre los intereses objetivos que defiende: los de Ana Botín.

El PRC nos ofrece a cambio de nuestra salud el pan y circo de los romanos, o, por traer a nuestra tierra la comparación, a sobaos y bolos. La cuestión es que los sobaos los producimos nosotros, la clase obrera, y los bolos ya formaban parte de nuestro patrimonio sin necesidad de que Miguel Ángel nos dé permiso para jugarlos.

Dime con quién andas y te diré quién eres

Tampoco es casualidad que Revilla sea tan fieramente enemigo del trabajador cántabro, aunque se esfuerce por disimularlo a golpe de tonada montañesa. Bastaría con fijarse en quiénes son sus socios de gobierno, es decir, las tiernas joyas del Partido Socialista de Cantabria, la federación del PSOE en Cantabria.

Hace pocos días recordábamos el asesinato a manos de la Guardia Civil de Gonzalo Ruiz, obrero que, en 1987, como tantos otros, luchaba en Reinosa por su pan, por el presente de la comarca, por un futuro para la clase trabajadora de Cantabria. Y, como el lector sabrá, en 1987 la Guardia Civil que asesinó a Gonzalo, que asedió Reinosa con helicópteros y tanquetas, cumplía las órdenes del gobierno del PSOE.

Pero la realidad es tozuda, como decía Lenin, y las posiciones vergonzosas de los socialdemócratas acaban descubriéndose antes o después. De entre toda la maraña de folclore que ha levantado ante nosotros, se alza una pregunta incómoda: Revilla, pero ¿cómo vas a ser “aliado” del obrero cántabro a la vez que vas de la mano de quien nos ha asesinado por defender nuestro pan?

¿Medidas contra el COVID? ¡No! ¡Contra la clase obrera!

Ahora que hemos visto cuáles son las viejas tácticas de Revilla, de esconder con el lábaru todas las miserias, todas las tropelías que comete contra el trabajador; ahora que hemos visto que está de la parte de Ana Botín y de esa Unión Europea que no se ha cortado un pelo a la hora de desindustrializar Cantabria; ahora que hemos visto que no tiene ningún inconveniente en apoyarse en los actores políticos que asesinan a obreros por defender su pan; ahora podemos preguntarnos… ¿y qué está haciendo Revilluca en el COVID?

Al lector atento no se le escapará la respuesta. Revilla está aprovechando la situación para hacer lo que hace siempre: apoyar al capitalista, maltratar al trabajador y camuflarlo todo, haciendo una increíble voltera cultural, sacando a relucir los bolos. Y así, rápidamente, parece que se puede pasar por alto las medidas netamente políticas que si ha tomado.
Por hacer un rápido recorrido, podemos mencionar cómo, en primer lugar, ha decidido gastar siete millones de euros para cubrir salarios durante los ERTEs que los empresarios no están dispuestos a pagar. Dicho de otra manera, mientras que, hasta ahora, los beneficios han ido para la patronal; cuando llega la crisis, no son los capitalistas quienes asumen pérdidas sino el conjunto de los trabajadores de Cantabria. Los complementos salariales durante los ERTE nos los están pagando con nuestro propio dinero, pues hemos sido nosotros quienes lo han producido.

En segundo lugar, también parece dispuesto a destinar otros sesenta millones a “reactivar la economía” o, por ser algo menos eufemísticos, a dar dinero público a manos privadas para que esos pocos privilegiados puedan explotar sin problemas a los trabajadores de Cantabria. En esa misma línea, además, se pronunció a favor de volver de inmediato a los puestos de trabajo. Porque, evidentemente, para él, que el obrero enferme no es relevante si con ello se consiguen mantener los ingresos de los grandes propietarios.

Y en tercer lugar, ha metido un tijeretazo a los servicios públicos que, por supuesto, no ha querido hacer público en la prensa. Sin ir más lejos, en el ámbito educativo, hace ya casi dos meses que no se cubren las bajas de profesores con normalidad: no solo se viola por completo el derecho de los estudiantes a una educación de calidad, sino que además se ataca a los derechos laborales del resto de profesores, a los que se les exige que asuman las tareas de los compañeros de baja.

La vuelta al cole: una gymkana asesina

La última novedad de Revilla y sus compañeros ha sido decidir que los directores de los centros educativos se encarguen de comprar materiales para asegurar la vuelta de los estudiantes a mitad de mayo. Sin dar directrices, descargando toda la responsabilidad en unos trabajadores que están confinados, poniendo de manifiesto que, al final, es solo el pueblo el que salva al pueblo.

No es ninguna sorpresa viendo que, hace poco, varios sindicatos tenían que denunciar que en Cantabria no hay equipos de protección individual (EPI) para los trabajadores ni siquiera en las residencias de mayores. Y todo esto, después de que Revilla hubiera hecho toda una campaña propagandística enviando las famosas “revilletas”, unas mascarillas infames con el vacío mensaje de “todo va a salir bien” que ha mandado repartir por los pueblos y ciudades de Cantabria. De nuevo, otro elemento de folclore para camuflar y justificar lo indefendible, que Cantabria, hoy por hoy, está pensada para los capitalistas.
El interés de Revilla y sus consejeros en reabrir los centros sin escuchar a la comunidad educativa parece estar en ofrecer una posibilidad de conciliación a los trabajadores con hijos. Y en tal caso, cabe preguntarse si la conciliación no estaría en no obligar a los currantes a jugarse la vida en mitad de una pandemia, en permitirles permanecer en su casa cuidando de sus hijos en lugar de arriesgarse a enfermar para el beneficio de los cuatro capitalistas de siempre. Porque hace pocas semanas, Revilla insistía en que los trabajadores debían volver a sus puestos. Seamos claros, ¿a quién benefician las medidas del gobierno de Cantabria?

Como ayer nos asesinaban en Reinosa, hoy Revilla nos invita a morir con el COVID, si con ello se protegen los intereses de Botín y sus compañeros de clase. No son buenos tiempos para darse la mano con desconocidos. La clase obrera de Cantabria debemos reconocer como hermanos al resto de trabajadores y librarnos de los parásitos que utilizan nuestra cultura para edulcorarnos la realidad. Ninguna unidad con quien nos asesina ni con quien gestiona el capital. Necesitamos una Cantabria para la clase obrera.

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