El auge de la industria militar española durante la pandemia

Que, como decía Marx, el capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, es algo que se ve mejor en unos casos que en otros. Ya no solo porque la acumulación capitalista (acumulación originaria) se basó desde los comienzos en la violencia para desposeer a los productores, sino porque cualquier inocente mercancía se consigue en base a la explotación y a los medios violentos que se necesiten para lograrla… no imaginemos ya en el caso de las armas.

Porque en el capitalismo, de lo que se trata no es de producir cosas que necesite la gente (valor de uso) sino producir beneficios (plusvalía) a cuenta de la explotación de los trabajadores. Y, en esas, se pueden producir mascarillas, bombones navideños, vacunas anticovid-19 o armas, muchas armas. Da igual el uso de lo que se produzca (aunque obviamente todo debe valer para algo por muy absurdo que parezca), de lo que se trata es de producir dividendos. Y, por ello, un gobierno que (se llame como se llame) no quiera romper con las reglas del juego capitalista y que no sea más que aquello que Engels llamaba “la junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa”, tiene que promocionar estos negocios comunes de la clase parasitaria. Por ello, reunida la “junta”, decidió aprobar operaciones de venta de armas por valor de 22.544,8 millones según algunos medios, es decir, un incremento del 650% respecto a 2018 y 2019 juntos.
¿Que qué se ha vendido? Buques y aviones de guerra, granadas de mortero, equipos de puntería, material antidisturbios… ¿qué más da? Se podrían haber vendido otras cosas porque de lo que se trata es de obtener beneficios. Claro que la venta de armas es un material sensible con el que conviene tener cuidado, no sea que vendas un rifle con el que te acaben apuntando. Por ello, el Gobierno español tiene que aprobar cada transacción de material armentístico. Por supuesto, la política será la de vendérselo a los amigos que no interfieran en el lucro de las grandes empresas de nuestro país.

¿Entonces a quién han ido a parar esas armas? Especialmente a países sede de monopolios con los que nuestro país comparte alianza UE y OTAN: Alemania, Francia, Reino Unido e Italia. Pero también a países tan democráticos como apreciados por nuestra Casa Real como Arabia Saudí, Omán y Emiratos Árabes. También a Marruecos, a quien se vendió por cuatro millones de euros materiales de la categoría “municiones y dispositivos explosivos” (que seguramente hayan acabado minando los territorios de la Zona Libre). Una buena prueba de la toma de posición de nuestro gobierno ante la opresión al pueblo saharaui. De paso que el capital se lucra con la venta de armas, se asegura que monopolios españoles como Acciona, Abengoa o Gamesa sigan haciendo caja a costa de nuestros hermanos…

En el fondo, muy poco importa a la Junta administrativa llamada gobierno de coalición lo que se venda. No es nada personal. Seguramente les gustaría más producir material sanitario en tiempos de pandemia pero ha tocado vender armas. La pela es la pela y poderoso caballero es don dinero. Argüirán que han dado trabajo a muchas familias y soslayarán los pingües beneficios de la industria armamentística. Pero sobre todo, lo que no dirán es que es más necesario que nunca poner toda la industria española al servicio de las necesidades del pueblo y no del beneficio de una minoría. Eso sólo lo pueden decir los comunistas.

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