Posantifascismo

Cuando el viejo mundo se muere y el nuevo tarda en aparecer, los monstruos se agazapan en claroscuros mientras el líquido corrosivo de la posmodernidad devora cada esfera de la vida social y convierte en polvo solar lo que antes eran rocosos planetas. La mirada de la joven miliciana antifascista Marina Ginestà desde la azotea del Hotel Colón se sustituye por un polo 198 cuello embotonado con bandera tricolor. “Polo república”: 29,95e. “Proceder a pagar”. Gastos de envío: 4,85e. Península Ibérica. Llega de 4 a 5 días. Garantía 100% “antifa”.

Para tal cosa ha quedado el antifascismo que se reduce a marca. Tal como se viene advirtiendo reiteradamente en las páginas de Nuevo Rumbo, el antifascismo es utilizado por parte de la socialdemocracia para agrupar a su electorado con la excusa de que “viene el lobo” y seguir gobernando para los capitalistas de siempre. Ocultan la posición clasista del antifascismo y cómo la existencia de la extrema derecha y el fascismo es un producto del capitalismo. Sin políticas que defiendan los intereses y la organización de la clase obrera, el fascismo tiene vía libre para edificar su discurso sobre las capas más golpeadas por la crisis, que observan el desfase entre el discurso del “escudo social” y la miseria de su día a día.

El pasado 7 de abril Vox convocó un acto en Vallecas con la clara intención de provocar a los vecinos y convertirse en el centro de la campaña política. Los representantes de la socialdemocracia variaron sus valoraciones según vistieran con camisa, polo o camiseta. Respectivamente, Gabilondo decía que “no quería confrontación”, Mónica García que “lo que quieren es casito”(1) y Pablo Iglesias que “el fascismo no es una opción”. Ninguno con una propuesta organizativa real de la clase obrera para combatir en los barrios a la extrema derecha y al fascismo. Ninguno con una propuesta de atacar la base capitalista en la que anida la serpiente.

Sin embargo, la clase trabajadora vallecana demostró que es posible pararlos con la lucha y la movilización. Pese a la llamada de la socialdemocracia a no acudir a las protestas de repulsa y pese a la represión policial (de la que es responsable la Delegación del Gobierno), se mantuvo la respuesta y se demostró que es posible recuperar un antifascismo de masas que escape a la retórica gratuita. Que llene de contenidos las palabras y las calles.

Ahora, toca pasar del posantifascismo al antifascismo de los que derrotaron a la bestia comprendiendo que era el cachorro predilecto del gran capital: organizar a la clase obrera y llevar el antifascismo a la lucha política, situando los intereses de la clase obrera en el centro del tablero.

Roberto Guijarro

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