La huelga paraliza el sector de conservas

La industria española de conservas de pescado está viviendo su primera huelga en décadas por el desacuerdo en la negociación del convenio colectivo estatal. La primera jornada de paros se llevó a cabo el 21 de enero, con un seguimiento masivo que paralizó el sector, y se repetirá los días 3 y 4 de febrero, a menos que la patronal desbloquee la negociación y atienda las reivindicaciones sindicales.

A la huelga —convocada por los sindicatos Comisiones Obreras, la Confederación Intersindical Galega y la Unión General de Trabajadores— están llamadas aproximadamente 30.000 personas, en su mayoría mujeres, empleadas en unas 700 empresas, localizadas principalmente en la costa cantábrica.

El sector de la industria conservera, que produjo en 2020 casi 360.000 toneladas de conservas de pescado y marisco por un valor superior a los 1.750 millones de euros, cuenta, sin embargo, con unas pésimas condiciones laborales: salarios un 25% inferiores a los de la industria alimentaria, que rondan los 1.000 euros. De hecho, una de las principales reivindicaciones consiste en la inclusión de una cláusula de revisión salarial vinculada al Índice de Precios de Consumo para que no se ahonde en la perdida del poder adquisitivo de los trabajadores. Por el contrario, la patronal se limita a una oferta de subida del 2,3%, muy por debajo del la subida del IPC.

Se trata de un sector altamente feminizado, en el que existe además una importante brecha salarial, que alcanza el 30%, por lo que otra de las demandas está siendo la de equiparar las condiciones laborales, igualando los grupos 5 y 6, lo cual permitiría acabar con la discriminación entre hombres y mujeres.

Otras de las exigencias sindicales que están sobre la mesa de negociación tienen que ver con las horas de conciliación, el aumento de los permisos, la creación de una bolsa para asistir o acompañar a citas médicas, la regulación del cuarto turno de trabajo o el reconocimiento de enfermedades profesionales. Hay que tener en cuenta que un importante número de las trabajadoras llevan entre 30 y 40 años manipulando pescado manualmente, en centros de trabajo con mucha humedad y a bajísimas temperaturas, a lo que hay que añadir un notable esfuerzo físico y el estrés ocasionado por la velocidad a la que son obligadas a trabajar para garantizar la máxima productividad.

La altísima temporalidad es otra de los rasgos que definen actualmente a este sector, en el que únicamente el 50% de trabajadores están contratados de forma indefinida, mientras que el resto de las plantillas son contratadas de forma estacional, coincidiendo con las campañas pesqueras.

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