Por NOSOTRAS

Otro año más se acerca el Día Internacional de la Mujer Trabajadora sin que nuestras condiciones de vida y trabajo hayan mejorado, otro año que nuestras necesidades como trabajadoras quedan relegadas en un 8 de marzo. El hecho de que desde hace décadas se pretenda ocultar el contenido de clase de esta fecha no es un tema banal. Lo que en el fondo se pretende es desnaturalizar un día de lucha y reivindicación para combatir la explotación y opresión que sufrimos unas mujeres en concreto, NOSOTRAS, las mujeres que pertenecemos a la clase obrera. No podemos negar que el machismo ataca a todas las mujeres independientemente de su clase, pero tampoco podemos olvidar que las mujeres de nuestra clase son las que más sufren y padecen esa lacra social.

La situación de explotación que sufre la mujer trabajadora es la consecuencia de un sistema capitalista en el que la mujer es el comodín ante las necesidades del sistema. Y es por lo que existe la brecha salarial entre hombres y mujeres, que es de un 24% en España, lo que supone una diferencia de 5.255 euros anuales. Influyendo en la brecha las diferencias de roles, así como los tipos de jornada, ocupación o la penalización de la maternidad. El hecho de que las mujeres que acceden al mercado laboral lo hacen en una inmensa mayoría mediante el contrato de trabajo a tiempo parcial, supone que sólo el 7% de los hombres trabajan a jornada parcial frente al 25% de las mujeres, denotando falta de equidad en el reparto de las tareas domésticas y de cuidados, de la reproducción social de la fuerza de trabajo. El 14% de las trabajadoras “voluntariamente” optan por contratos a tiempo parcial porque es en NOSOTRAS en las que recae las tareas de cuidados, tanto de hijos como de dependientes, y cuando las necesidades de cuidados desaparecen, dichas trabajadoras no pueden acceder a un contrato a jornada completa.

Esta parcialidad no ha sido resuelta, ni interesa a los gobiernos del sistema, la reforma laboral no resuelve esta cuestión, ofreciendo, más al contrario, una salida fácil a los empresarias para evitar el contrato temporal, como es el contrato fijo discontinuo, donde toda la masa de trabajadores, incluidas mayoritariamente las mujeres, serán fuerza de trabajo a la carta o de coger y tirar.

Tampoco se ha efectuado una verdadera regulación de la conciliación que nos permita descargar obligaciones familiares. Con la situación de pandemia muchas trabajadoras han tenido que abandonar sus trabajos, o en el mejor de los casos reducir sus jornadas, solicitar permisos no retribuidos o ceder sus días de vacaciones para dedicarlos al cuidado de los dependientes.

Toda esa situación de desigualdad laboral conlleva una brecha en las pensiones de la mujer trabajadora, donde muchas mujeres, dada la parcialidad, temporalidad, o el trabajo sin cotización, se ven impedidas a acceder a los periodos mínimos de carencia, y cuando lo hacen perciben una pensión un 30% inferior de la que perciben los hombres.

La sobreexplotación a la mujer trabajadora cada día se está perfeccionando, llegando a la situación de que nuestro cuerpo es objeto de explotación, ya sea mediante la prostitución, o mediante la explotación reproductiva a través de los vientres de alquiler. No pueden justificarse tales explotaciones, como se está haciendo, en base a los legítimos deseos individuales, pues por encima de esos derechos se encuentra el derecho colectivo a no ser esclavos.

Otro de los aspectos que a NOSOTRAS, las trabajadoras, nos preocupan es la situación de la salud y prevención de riesgos laborales, pues los riesgos que padecemos por el hecho de ser mujer son distintos a los de nuestros compañeros de clase, el embarazo, la lactancia, las enfermedades profesionales, el acoso, la salud mental, el estrés o la sobrecarga laboral de las mujeres no cuenta con una regulación específica, ni con una protección en la práctica que aminore los riesgos para nuestra salud.

La tasa de paro femenino como consecuencia de la crisis ha aumentado, existiendo una auténtica brecha de género, actualmente la tasa de paro femenino es del 15%, mientras que la tasa del paro masculino es del 11,8 %, siendo aún más alarmante la situación del paro femenino en menores de 25 años que alcanza el 30,8 %, o el 48,8% para la mujer de menos de 20 años.

Ante la cruda realidad de la mujer trabajadora, NOSOTRAS no podemos permitir el olvido del contenido de clase del 8 de marzo, no podemos dejar de señalar el culpable, que es el propio sistema capitalista, sea representado por hombres o por mujeres.

Desde el Partido Comunista de los Trabajadores de España, queremos acabar con esta situación y por eso llamamos a la organización de las mujeres y al conjunto de nuestra clase a la lucha por nuestra emancipación, pues de NOSOTRAS DEPENDE ACABAR CON SU DOMINIO.

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