Ni el imperialismo es cosa de hombres ni las mujeres cambiarán la OTAN

En junio se celebra en Madrid la cumbre de la OTAN. Como comunistas, pero también (y creo que hay que hacer hincapié en ello) como mujeres trabajadoras, es necesario redoblar la lucha por la salida de nuestro país de una alianza que solo deja devastación y miseria por dónde pasa exponiendo además a nuestro pueblo a ser objetivo de ataques por su participación en cada guerra.

¿Y porque señalar la importancia de la mujer trabajadoras en la lucha contra las guerras imperialistas?

Cada cierto tiempo, principalmente cuando los medios de comunicación tienen a bien mostrarnos los horrores de las guerras que interesa que apoyemos desde nuestro país, tenemos a alguna iluminada con la declaración de turno de que si hubiese más mujeres en la dirección de los países no habría guerras o las relaciones internacionales serían menos agresivas.

Bien, fijémonos en nuestro propio país, el gobierno de España cuenta con una mayoría de mujeres, algunas de las cuales han respaldado públicamente la posición y la participación de un modo u otro en la guerra de Ucrania. Pero no es una excepción, resulta que la vicepresidenta de EEUU, esa que tantas y tantos feministas y progres aplaudieron por eso de que la llegada de una mujer marcaba un antes y un después en la política o no sé qué, se ha mostrado en varias ocasiones férrea defensora de las decisiones de la OTAN, igual de beligerante que su presidente.

Ahora bien, ¿la lucha contra la OTAN tiene que ver con las mujeres? Por supuesto que sí, pero desde luego el interés por acabar con esta organización criminal no viene tan marcado por el simple hecho de ser mujeres sino por ser mujeres que no poseemos nada.

Cómo señalaba el comienzo del artículo, para muchas, la mayoría, los efectos de la guerra no acaban cuando consiguen huir de las bombas, son miles las mujeres que en el mejor de los casos llegan a un país ajeno como refugiadas para ser mano de obra barata, mujeres de las nuestras que son engullidas por un sistema que se aprovecha de cualquier vulnerabilidad para aumentar los beneficios de sus sanguijuelas.

Otras quedan a merced de las decisiones de los distintos países que en nombre de su democracia o de los derechos humanos, bien han azuzado los conflictos o que directamente han participado en ellos ya sea para conseguir nuevos mercados, manejar territorios estratégicos o exprimir sus recursos naturales y que después se lavan las manos. Abandonadas en “campamentos de refugiados” con sus hijos e hijas en condiciones inhumanas y con el alto riesgo de maltrato físico y sexual que conllevan estas situaciones. Porque sí, a la OTAN y sus países les encanta mostrarse como los salvadores y se llenan la boca con los derechos humanos y la democracia con tal de legitimar sus intervenciones, pero de sobra han demostrado que las consecuencias en dónde desatan las guerras o de los trabajadores y trabajadoras de esos países cuando huyen les importan bien poco.

Un ejemplo claro que a la vez es una de las consecuencias más dramáticas para las mujeres refugiadas es la trata. Los conflictos y las guerras son una suculenta fuente de mujeres y niñas, daños colaterales, asumibles igual que las muertes a fin de reforzar sus posiciones en la cadena imperialista. Para lavarse la cara crean un plan o proyecto contra la trata de los que hay ya por cientos y aun así sigue siendo uno de los negocios más lucrativos del mundo. O mejor todavía la receta de una de esas mujeres feministas por la paz, habilitar el teléfono contra la violencia machista en ucraniano. Porque eso sí, plantarse contra la intervención de nuestro país todavía no lo ha hecho ninguna de esas mujeres de paz, ni aquí ni en ningún otro país.

Por lo tanto, es hora de dejar de escuchar a aquellas que con cantos de sirena llevan años vendiéndonos que cuando las mujeres gobiernen cambiarán el mundo y que cuando van llegando hacen lo mismo que sus compañeros.

Es hora de que nos oigan a las mujeres trabajadoras dejarles claro que nuestra trinchera no está con ellas, que nuestros intereses están junto a los y las nuestras, aquí, en Ucrania o en cualquier país del mundo defendemos los derechos del pueblo frente a los intereses de los capitalistas. Que queremos a España fuera de una organización criminal como la OTAN y es hora de hacerlo ya.

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