De la Segunda Guerra Mundial a la España de la OTAN

Aún no concluida la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) los EEUU se encuentran ante un escenario propicio para poder convertirse en la potencia capitalista dominante ante las enormes posibilidades que se le brindaban para el control económico, político y militar sobre Europa Occidental.

El control económico lo desarrolla a través de los acuerdos de Bretton Woods, en julio de 1944, donde logra imponer la sustitución del patrón-oro por un patrón-dólar vinculado al oro, una vinculación que desaparecería en 1971 otorgando todo el poder a la Reserva Federal. A la vez se crean el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo (BIRD). Finalizándose todo el aparataje de control económico cuatro años después con la creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en el acto de la firma del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT).

En el aspecto militar, en 1948, Francia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo y el Reino Unido firman el Tratado de Bruselas, con el que creaban una alianza militar, la Unión Europea Occidental (UEO). Pronto los Estados Unidos, junto a Canadá y los países de la UEO, a los que se añadieron Dinamarca, Islandia, Italia, Noruega y Portugal formarán la OTAN el 4 de abril de 1949.

Es importante recordar aquí que no es hasta el 14 de mayo de 1955 que se crea el Tratado de Amistad, Colaboración y Asistencia Mutua que fue conocido como el Pacto de Varsovia. La excusa de una OTAN para defenderse del “peligro del este” era sólo eso, una excusa. Pero el círculo de control sobre el mundo capitalista se había cerrado y los EEUU eran su director.

Desde el punto de vista político, el control económico y el control militar dejan poco margen a la democracia más allá de diferencias de arraigo cultural, que poco a poco van desapareciendo, y que tiñen de múltiples colores una sola realidad de sumisión a los intereses económicos de las grandes corporaciones transnacionales. Poco margen les queda a los pueblos cuando la economía está definida a cada palmo por unas estructuras que trabajan al dictado de las élites económicas mientras una estructura militar internacional asegura los mercados.

En España, las bases americanas son fruto de los conocidos como Pactos de Madrid (1953) entre el régimen franquista y los EEUU, auténtico valedor del fascismo en España que tras la segunda guerra mundial corría el riesgo de desaparecer ante el empuje libertador de los pueblos.

Desde ese momento la geografía española empieza a mancharse con bases extranjeras convirtiendo a España en un país que no controla su soberanía militar, estando ésta supeditada directamente a los intereses de los EEUU.

Pero la anomalía española tiene que sufrir un cambio tras la muerte del dictador, la lucha obrera es muy fuerte en nuestro país y tiene un marcado carácter político que amenaza los planes de la oligarquía. La incorporación a la Comunidad Económica Europea (CEE), ahora Unión Europea, ligada a nuestra entrada en la OTAN garantizaba una transición política sin romper los elementos fundamentales de control económico y militar.

En ese marco, el proceso de incorporación de España a la OTAN se produce el 30 de mayo de 1982 siendo presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo. La respuesta popular no se hace esperar y levanta un gran movimiento por la Paz y contra la OTAN. En las elecciones generales del 28 de octubre de ese mismo año, el PSOE gana las elecciones. Entre sus consignas de campaña está la de “OTAN, de entrada NO”. La traición de Felipe González, aupado a la presidencia por un PSOE financiado por la socialdemocracia alemana a través de mecanismos ilegales como el caso Flick, no se hace esperar tampoco. Se iniciaban así unos años de lucha donde la clase obrera logra, con grandes movilizaciones, que se convoque un referéndum.

Mucho se podría decir de esos años, y muchas lecciones se pueden sacar, que no caben en este artículo. Sólo decir que las maniobras fueron indecentes por parte del PSOE, culminando en la propia pregunta del referéndum: “¿Considera de acuerdo con los intereses generales de España la permanencia en la Alianza Atlántica, según la posición del Gobierno arriba indicada?”

Y esa posición decía que la participación de España en la OTAN no conllevaría su incorporación a la estructura militar integrada y que se mantendría la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en el territorio español.

El referéndum del 12 de marzo de 1986 se saldó con un 52,54% de los votos a favor. No entraremos a analizar si hubo o no un conteo irregular.

España hoy tiene una incorporación plena a la estructura militar integrada de la OTAN y ha desarrollado y desarrolla operaciones militares por todo el mundo en defensa de los intereses de las élites económicas norteamericanas y europeas.

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