Llamamiento a la clase obrera migrante

El sistema capitalista os empuja a una vida de miseria. El sistema imperialista mundial se basa en el expolio de riquezas y recursos de los países más pobres a manos de las grandes multinacionales. Para hacerlo, no dudan en provocar guerras, golpes de estado e inestabilidad, que generan pobreza extrema en millones de seres humanos de este mundo. Así, consiguen lugares donde la vida humana no vale nada y la explotación capitalista es atroz, en condiciones, a veces, de esclavitud. El capitalismo obliga a la clase obrera de los países pobres o en guerra a huir de su hogar para poder dar de comer a sus seres queridos. Los españoles sabemos bien de este drama, e incluso hoy, las generaciones más jóvenes se ven obligadas a vivirlo, marchando a países del norte a buscar trabajo.

A pesar de ser la principal causante de la miseria de los países pobres de África o Asia, la Unión Europea no tiene ningún tipo de humanidad a la hora de tratar con las consecuencias de sus actos. La Unión Europea se blinda militarmente para tratar como animales a los hombres y mujeres que tratan de entrar en busca de una vida mejor. Se levantan muros con concertinas asesinas, se dispara a los que se acercan a las vallas y se hunden embarcaciones para ahogar a sus tripulantes. Se paga a países como Marruecos o Turquía para que se ensucien las manos, violentando los derechos más básicos de migrantes y refugiados.

Estando ya en nuestro país, los migrantes sufrís por todo tipo de trabas burocráticas diseñadas para dificultaros la vida, que van desde las trabas por la obtención de cualquier papel o plazos interminables hasta la no convalidación de títulos educativos. Sufrís todo tipo de racismo, desde el mal trato policial a las dificultades para alquilar una vivienda a precios razonables. Todo esto es un sistema pensado para empujaros a la exclusión y a la dependencia, desde donde es mucho más fácil usaros como mano de obra barata, más aún si no tenéis papeles. Los migrantes sois usados para desempeñar los trabajos donde se sufre con mayor dureza la explotación capitalista, como la agricultura, el trabajo doméstico, el acompañamiento a personas dependientes o la hostelería. En estos trabajos, los migrantes representáis un 36 % de la clase obrera, mientras que sólo son un 16 % en cómputo global. Se garantiza así que las condiciones de mayor explotación sean sufridas por sectores más vulnerables, dependientes y con menor entorno social, permitiendo una fácil represión por parte del patrón en caso de rebelión por parte del obrero.

El sistema capitalista permite el acceso de migrantes a nuestro país en función de sus necesidades productivas, para engrosar las filas del proletariado más dependiente y garantizarse una oferta suficiente de mano de obra para que las condiciones laborales siempre se puedan presionar a la baja. Los migrantes representáis el 25 % de los trabajadores en paro, cifra preocupante que indica las funciones que os tiene reservadas este sistema.

La situación de miseria que vivís una mayoría de los migrantes de nuestro país tiene traslación directa en la configuración de nuestras ciudades. Los migrantes os veis abocados a residir en los barrios más pobres y con deficiencias, donde aparece todo tipo de problemas de convivencia, habitualmente vinculados a la exclusión social. Estos problemas generan una espiral de empobrecimiento de un barrio, acercándonos a un gueto. Si en un barrio la mayoría de los residentes son migrantes de un país concreto, el gueto adquiere tintes culturales.

La marginación de una parte de la sociedad, que vive en barrios conflictivos y que proviene de países distintos, facilita la difusión del discurso racista. Para el racista, el migrante pasa a ser el culpable, en lugar de la víctima, de la delincuencia en los barrios causada por la exclusión capitalista. Se os señala a los migrantes como un cuerpo extraño que habita en nuestra sociedad. Se alimenta el odio al diferente como una forma de dividir a la clase obrera, una forma de que el obrero piense que sus problemas son culpa del migrante en lugar de ser culpa del capitalista que explota a ambos. El racismo se combina con el nacionalismo, formando un discurso útil a la clase dominante.

El racismo y el nacionalismo dicen estar muy preocupados por los guetos de migrantes porque en ellos convive una cultura ajena a la española. Su propuesta es obligar a la españolización de estos guetos sin modificar ni un ápice las condiciones socioeconómicas que los generan. Efectivamente, estos son un problema, y todavía más si son guetos culturales, porque se facilita la ruptura total de relaciones entre la clase obrera de esos guetos y el resto de la clase obrera nativa. La forma correcta y constructiva de resolver este problema es resolviendo el problema de raíz, que es la marginalidad de la clase obrera migrante, y poniéndola en las mismas condiciones de vida que el resto de la clase. Sería de esta manera como muchos migrantes dejarían de vivir aislados en barrios conflictivos y se mezclarían de forma efectiva con el pueblo nativo, resolviendo por la vía de la práctica cualquier posible problema de ruptura cultural.

La lucha por la defensa de unas condiciones de vida dignas para la clase obrera migrante está estrechamente vinculada a la lucha contra el racismo y la discriminación. La unidad de toda la clase obrera, ya sea nativa o extranjera, es el camino a seguir. Una unidad que nace del carácter de clase y que anida en la diversidad de formas que adopta esta; la clase obrera es cultural, lingüística, étnica o nacionalmente diversa, y de esa diversidad han de surgir las formas organizativas que den respuesta a la lucha frente al enemigo común: el capitalista. La unidad conlleva la comprensión de que toda la clase obrera tiene unas problemáticas comunes, unos enemigos comunes y, por lo tanto, unos objetivos comunes. Esa unidad se plasma en la participación, hombro con hombro, en las organizaciones que tiene la clase obrera para defender sus derechos, principalmente en los sindicatos. Llamamos a toda la clase obrera migrante a la sindicación masiva en los sindicatos de clase. Esto no es sólo una forma de defender los derechos de los migrantes, sino también una forma de romper el aislamiento que el sistema promueve, estrechando los lazos de comunión con el resto de la clase obrera y combatiendo así la penetración del racismo entre sus filas.

Los migrantes no sois simples invitados a nuestro país, sino parte integrante y fundamental de su clase obrera. Nadie vive como vosotros la explotación capitalista, por lo que nadie está más interesado que vosotros en su destrucción. Los migrantes podéis encontrar en el Partido Comunista de los Trabajadores de España vuestra herramienta para la liberación. Es por ello por lo que os llamamos a todos los migrantes conscientes de vuestra condición de explotados a organizaros en nuestras filas y difundir las ideas revolucionarias entre los hermanos de vuestra comunidad.

¡Proletarios de todos los países, uníos!

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