Autobajas

No me negarán que la ocurrencia de las autobajas de tres días para enfermedades leves que proponía la ministra de sanidad hace unas semanas tiene su aquel. Como los centros de salud están saturados, no hay profesionales suficientes y los que hay tienen que atender a un montón de pacientes con diversas dolencias, tiramos por la calle de en medio: que se den la baja ellos mismos y todo resuelto. Como no tienes médico, sé tu propio médico, piensa la ministra.

Que fuera la propia ministra la que lo planteó es ya bastante significativo de cómo están las cosas en la sanidad española y las capacidades reales de ese ministerio, que solamente tiene la posibilidad de sugerir porque la puesta en práctica de estas cosas corresponde a las Comunidades Autónomas, quienes tienen las competencias del ramo.

Como casi siempre, uno de los argumentos utilizados para promover esta nueva medida es que «en otros países de Europa ya se aplica», como si la comparación con otros países cercanos justificara ya cualquier medida. Sinceramente, esto ya es un poco cansino y dice bastante poco de quienes utilizan el argumento, porque la mera comparación no sirve si no se realiza teniendo en cuenta otros factores que puedan estar presentes, tanto aquí como fuera de aquí.

A mí hay un factor que me parece sumamente relevante en este caso en particular, y es que precisamente los tres días de autobaja que propone la ministra son los tres días durante los cuales muchos trabajadores no tienen cobertura, ni de la Seguridad Social ni de la empresa que los explota. Es algo que, por el momento, queda en manos de cada convenio colectivo, y muchos no lo incluyen. Es decir, que si te pones enfermo, con baja médica o con autobaja, es más que probable que durante esos tres días no cobres ni un puñetero euro. O, dicho de otra forma, que los primeros días de enfermedad, sea la que sea, te los pagas tú.

Raudos han salido dos sectores. Uno, el de los profesionales médicos, que ven en esta medida la posibilidad de descargarse un trabajo excesivo derivado de una mala organización y de una escasez de efectivos en las que tienen mucho que ver los recursos que se derivan hacia el sistema privado. Otro, algún portavoz de la patronal que ha aprovechado para decir, como que no quiere la cosa, que ante situaciones como esta habría que dar más funciones a las mutuas, como si no tuvieran ya pocas competencias estas asociaciones de empresas que esencialmente se dedican a poner en duda las bajas médicas de los trabajadores.

Me temo que esta ocurrencia ministerial no servirá para abrir un debate sobre por qué razón hay millones de trabajadores en España a quienes ponerse enfermos les cuesta dinero, ni tampoco para poner en duda el carácter parasitario del sistema privado de salud, sino para seguir ahondando en el desmantelamiento de un sistema público sanitario que es una perita en dulce para empresas, aseguradoras y farmacéuticas. Buen trabajo, ministra.

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