Superliga: fútbol y capitalismo

Teniendo en cuenta que algunos de los protagonistas de esta historia son Florentino Pérez, el banco JP Morgan y algunas de las principales empresas europeas a nivel mundial, podríamos pensar que este artículo trata de cualquiera de las operaciones económicas ejecutadas por la oligarquía financiera que después vemos reflejadas en las páginas salmón de la prensa económica.

Y realmente, el anuncio de creación de la Superliga no dista tanto de esa versión. La peculiaridad, en este caso, es que por medio de esta historia está el fútbol, que para bien o para mal, siempre levanta pasiones y es por lo que este anuncio trasciende de la actualidad económica para ser hoy la comidilla en los descansos del trabajo, el tema principal de las conversaciones entre amigos o la portada de los grandes medios de comunicación.

Que el fútbol actual no se caracteriza por el carácter popular y el vínculo con las organizaciones obreras que tuvo en el pasado es evidente, por tanto, la Superliga no cambia la esencia del deporte rey en nuestros días, sino que, más bien, esta nueva competición viene a profundizar en la lógica capitalista del máximo beneficio, en este caso, para quienes más poder y recursos tienen.

Este domingo saltaba la noticia de la creación de la Superliga europea, un proyecto del que se venía hablando desde hace tiempo, pero que como tantas otras cuestiones, el estallido de la pandemia ha acelerado: los millonarios ingresos se habían resentido y los grandes capitalistas al frente de los principales clubes europeos no se iban a quedar con los brazos cruzados. En el comunicado oficial difundido por el Real Madrid, uno de los clubes fundadores, así se reconocía: “los Clubes Fundadores recibirán, en conjunto, un pago de una sola vez de 3.500 millones de euros dedicado únicamente a acometer planes de inversión en infraestructuras y compensar el impacto de la pandemia del COVID”. Ya se conoce que el banco estadounidense JP Morgan jugará un importante papel en esta financiación.

Florentino Pérez, Presidente del Real Madrid CF, de la nueva Superliga y de uno de los principales monopolios españoles, ACS, afirma en dicho comunicado: “Vamos a ayudar al fútbol a todos los niveles a ocupar el lugar que le corresponde en el mundo”. Y llegados a este punto podríamos preguntarnos, efectivamente, qué papel debería jugar el deporte, en general, y el fútbol, en particular, en el mundo. Desde una perspectiva socialista, el deporte, al igual que la cultura, las artes, el ocio o el tiempo libre deberían jugar el papel de elementos al servicio del pleno desarrollo humano. Sin embargo, desgraciadamente, por el momento, vivimos en el capitalismo, ese sistema donde solo prima el máximo lucro económico privado y es en este marco donde debemos situar la creación de la Superliga.

No se han hecho esperar los sobrecogedores lamentos de algunos de los principales estamentos que hasta ahora se beneficiaban en su máxima expresión del rumbo que ya hace muchas décadas había tomado el proyecto del capitalismo en el mundo del fútbol. La FIFA, la UEFA, la Liga o la Real Federación Española de Fútbol han expresado ya su rechazo a la nueva competición y no precisamente porque defiendan los valores del fútbol popular, sino porque se quedan, de momento, fuera de esta fiesta.

Que los mismos que otorgan a Qatar el Mundial de Fútbol (con un saldo actual de 6.500 trabajadores muertos), se llevan la Supercopa a Arabia Saudí o coquetean continuamente con jeques y grandes magnates, se lleven ahora las manos a la cabeza por el último regate de los capitalistas al frente de la Superliga, demuestra hasta qué punto está instalado el cinismo en estas organizaciones que habían disfrutado plenamente de las bondades del capitalismo en el mundo del fútbol.

Pero no han sido estas las únicas reacciones hipócritas que hemos podido escuchar en las últimas horas. Mario Draghi, Emmanuel Macron, Boris Johnson e incluso el vicepresidente de la Comisión Europea, Margaritis Schinás, también han mostrado su absoluto rechazo. Incluso algunos de ellos, amparándose en los supuestos “valores europeos” que caracterizan a la UE. Cabe preguntarse si son los mismos valores que guían la política migratoria criminal, el bombardeo de países en operaciones militares de la OTAN o las medidas antiobreras y antipopulares desarrolladas durante las últimas décadas.

Pese al gran revuelo originado por la noticia, no nos puede sorprender la creación de este nuevo proyecto de competición que solo pretende aumentar los beneficios de los grandes clubes, es la nueva vuelta de tuerca al fútbol capitalista, al estilo de los que sucede en el resto de ámbitos donde han llegado los tentáculos del capitalismo.

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